McQueen explora las ideas de desecho y reciclaje con un abrigo negro concebido para parecerse a una bolsa de basura; aunque está hecho de un tejido liso recubierto de poliamida/poliuretano y tiene una forma experta, su referencia a la “bolsa de basura” es explícita. Asimismo, el artista Rodney McMillian utiliza materiales de posconsumo encontrados en tiendas de segunda mano. Una vieja sábana (sinónimo de cuerpo y cama, sitio de amor, descanso e incluso muerte) fue pintada con látex, cortada por la mitad y recosida.

Un tejido imaginado por el diseñador y antiguo colaborador de McQueen, Simon Ungless, y utilizado por primera vez en Los pájaros (primavera/verano 1995), vuelve en un vestido rojo. Tejido con un diseño de pata de gallo radiante (un guiño a Dior) que se transforma en pájaros voladores, el patrón reimagina la obra gráfica de M. C. Escher. El tejido también recuerda el fenómeno natural de la murmuración, en el que un gran número de estorninos vuelan en formación, transformándose entre el caos y el orden: patrones aéreos amorfos captados por el fotógrafo Richard Barnes.

A través del comercio marítimo, se exportaban finos algodones desde la India a los mercados europeos, como en el caso de un vestido blanco bordado en plata de la década de 1820, adornado con detalles rosas plisados. Estos tejidos de lujo eran igualmente apreciados en el ámbito nacional, como en un fajín de algodón para hombre (patka) con bordados dorados y lentejuelas iridiscentes de alas de escarabajo (elytra).

Un vestido negro de McQueen con cintura alta de corte imperio alude a la silueta imperante en la época de la Regencia; del torso cuelgan bellotas, símbolo de estabilidad habitual en las artes decorativas británicas. Además, un vestido de gasa de seda de la década de 1820, también en negro, presenta un diseño de anclas y coronas que celebra el poderío de la marina británica, la mayor del mundo en los siglos XVIII y XIX.

Un fantástico dibujo de líneas blancas de un árbol que se retuerce con criaturas que surgen de él y a su alrededor decora este vestido negro sin tirantes. La escena, tejida digitalmente, procede de una serie de ilustraciones elaboradas por Arthur Rackham para una publicación de 1908 de El sueño de una noche de verano de Shakespeare. Un extenso olmo en la propiedad de la casa de McQueen en East Sussex, del siglo XVII, fue otra fuente de inspiración para la colección.

El vestido de estilo “croquet” de McQueen muestra un patrón de medallones florales y octógonos entrelazados con resonancia internacional. Conocido en tibetano como kati rimo (“diseño de brocado”), se introdujo desde China a través de sedas importadas y se adaptó ampliamente en todo el Tíbet (en artículos como colgaduras de templos budistas y baúles de madera pintados), así como en Japón, donde se llegó a conocer como shokkō. La afinidad de McQueen con la vestimenta japonesa y su adopción personal del budismo pueden haber influido en su conocimiento de este patrón.

Este retrato de traje tipifica el gusto por la turquerie que penetró en algunos aspectos del arte y la cultura europeos durante el siglo XVIII. Jean-Baptiste Greuze ha hecho posar a un modelo no identificado con un conjunto opulento, que el público contemporáneo reconocería como à la sultane (“al estilo de la sultana”), en referencia a las consortes imperiales en el harén de un sultán otomano.

Conocida por su música electrónica de fusión árabe, norteafricana y occidental, Natacha Atlas es fotografiada aquí en una especie de “retablo oriental” inspirado en la fotografía egipcia de mediados del siglo XX y en las películas clásicas que Youssef Nabil veía durante su niñez. Supina, sensual y sin cabeza, Atlas se enfrenta, sin embargo, a la “mirada masculina” implícita en las fantasías occidentales sobre el Medio Oriente que presuponen un estado de vulnerabilidad y pasividad femenina.

Aunque McQueen carecía de intimidad personal con las diversas referencias culturales de Ojo, ciertos detalles del diseño demuestran su aprecio por su estética: una minifalda a rayas rojas, blancas y negras recuerda a las sedas de influencia francesa de moda en la Turquía del siglo XVIII, mientras que un top con mangas parcialmente separadas emula la construcción de las prendas turcas.

Ojo presupone una dicotomía entre Occidente/cristianismo y Oriente/islam, perpetuando una idea reductora arraigada en el colonialismo y en los movimientos históricos del arte, como la turquerie, según la cual el arte y la vestimenta occidentales tienen el monopolio de influir, y de inspirarse, en culturas ajenas.