Conocida por su música electrónica de fusión árabe, norteafricana y occidental, Natacha Atlas es fotografiada aquí en una especie de “retablo oriental” inspirado en la fotografía egipcia de mediados del siglo XX y en las películas clásicas que Youssef Nabil veía durante su niñez. Supina, sensual y sin cabeza, Atlas se enfrenta, sin embargo, a la “mirada masculina” implícita en las fantasías occidentales sobre el Medio Oriente que presuponen un estado de vulnerabilidad y pasividad femenina. Por el contrario, con su formidable y tonificado físico (Atlas actuaba como bailarina del vientre en clubes londinenses al principio de su carrera), controla su propia sexualidad. En contraste con el tropo orientalista de la bailarina del vientre, el cual perpetúa Ojo, la fotografía de Nabil activa sus recuerdos de Egipto, de su hogar.