A través del comercio marítimo, se exportaban finos algodones desde la India a los mercados europeos, como en el caso de un vestido blanco bordado en plata de la década de 1820, adornado con detalles rosas plisados. Estos tejidos de lujo eran igualmente apreciados en el ámbito nacional, como en un fajín de algodón para hombre (patka) con bordados dorados y lentejuelas iridiscentes de alas de escarabajo (elytra). Esta tradición de bordados metálicos se repite en un vestido blanco de McQueen con una silueta reloj de arena de mediados del siglo XX y apliques de pájaros y ramas bordados en oro, un diseño que simboliza a la muchacha que emerge del árbol.