Lucas Fernández de Piedrahita nació y creció en Santa Fe de Bogotá, y su Historia general es una narración exhaustiva de la invasión española de la región denominada como el Nuevo Reino de Granada (los actuales Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá). Los medallones grabados que adornan la portada muestran retratos ficticios de líderes muiscas, copiados de representaciones de los incas en Perú, así como escenas imaginadas de batallas de su conquista.
Son escasos los diccionarios de la época colonial sobre las lenguas indígenas de Colombia, y los pocos que se conservan muestran cómo contribuyeron a borrar la diversidad indígena. En la época de la conquista, había más de una docena de lenguas en uso solo en la región muisca, un hecho que los cronistas europeos tergiversaron.
Los ezuama son espacios sagrados de intercambio y comunicación. José de los Santos Sauna, gobernador del resguardo indígena Kogui-Malayo-Arahuaco y de la Organización Gonawindúa Tayrona (GTO), ve aquí una danza organizada en una ezuama con el fin de sanar diferentes aspectos de la relación de la comunidad con la naturaleza.
La planta de la coca está en el centro de la vida cotidiana y de las prácticas rituales de los pueblos indígenas de toda Sudamérica. Cuando los hombres arhuacos se reúnen, por ejemplo, intercambian puñados de hojas de coca en lugar de darse la mano. Masticada junto con un poco de polvo de cal creado a partir de conchas marinas quemadas (carbonato de calcio, que actúa como catalizador), tiene un suave efecto estimulante que ayuda a la concentración y al pensamiento, pero sin los efectos altamente embriagantes de la cocaína refinada químicamente.
Las obras de toda la antigua Colombia muestran figuras masculinas y femeninas sentadas en poses pensativas, algunas masticando hojas de coca y otras con los ojos semicerrados, como si estuvieran sumidas en sus pensamientos. Conocidos como pensadores, son los responsables de concebir (comprender) y mantener el equilibrio del mundo. “[Sentarse] es una invitación a la sincronía de las energías”, observa Jaison Pérez Villafaña, lider arhuaco. “Las cuatro patas son el sostén del universo, se asemeja a la tierra y así el banco es el centro de la creación.
McQueen, quien en una ocasión declaró que “la base de todo lo que hago es la artesanía”, recurrió constantemente a sus años de formación como aprendiz en Savile Row a la hora de confeccionar cada una de sus colecciones. Dos vestidos de la colección Sin título (Lluvia de oro) (primavera/verano 1998–99) y un vestido de Dante (otoño/invierno 1996–97) utilizan trajes de lana tradicionales, adaptados con recortes y piezas de red para revelar, ocultar y hacer resaltar partes del cuerpo.
Las referencias a principios del siglo XX y a la moda eduardiana de la película Picnic en Hanging Rock (1975) son evidentes en dos diseños de McQueen de Es solo un juego (primavera/verano 2005). Los cuellos altos y entallados y las alforzas verticales de red de seda y encaje de los vestidos de principios del siglo XX inspiraron las chamarras de McQueen, con la cinta de gorgorán que suele encontrarse en el interior de los históricos corpiños deshuesados y que aquí sirve de cierre expuesto de la cintura.
Este vestido de lentejuelas (que pertenece a una colección que conmemora a Isabella Blow, una de las confidentes, campeonas y musas más cercanas de McQueen) se combina aquí con un sombrero que antes era propiedad de Blow y que fue confeccionado por su mutuo amigo y frecuente colaborador, Philip Treacy.
En este caso, McQueen utilizó hábilmente las costuras curvas y el acolchado para crear un abrigo relleno de plumón que recuerda a una obra icónica de otro maestro del corte de patrones del siglo XX, Charles James. Su chamarra de satín y edredón de 1937, fotografiada para Harper’s Bazaar en octubre de 1938, es un notable precursor de otros estilos “puffer” de alta gama que han estado de moda desde entonces.
La colección primavera/verano 2009 de McQueen, Dis-tinción natural, selección anti-natural, fue una exploración pionera del diseño de impresión digital que contribuyó significativamente a la adopción generalizada (y actual) de esta técnica en la industria de la moda. Las imágenes de cristales manipuladas digitalmente que adornan este par de vestidos ejemplifican los temas de la colección (y la fascinación de McQueen) con la interacción entre lo natural y lo artificial.