Siempre me han llamado la atención las historias populares tradicionales y la mitología porque, de niño, es lo que me contaban mis padres y abuelos. Cuando me convertí en un fanático del cine, ya no veía ninguna de esas historias, ya no veía a personas que se parecieran a mí, a mi familia o a mis amigos en la pantalla. Así que me propuse como misión en la vida tratar de plasmar eso. Y así como yo podía identificarme con un hombre blanco como héroe de una película, me imaginé que alguien más en otra parte del mundo podría identificarse con un héroe mexicano.
Cuando desarrollo una trama, me atrae mucho la historia y me gusta descubrir qué historias se han contado en el mundo. Entonces, por ejemplo, un guerrero o un héroe humano que va al inframundo para luchar contra los señores del inframundo ya existe en Asia y África, obviamente también en la mitología griega y romana, y en Latinoamérica. Así que me atrae mucho esa historia. Me gustan mucho las historias en las que los seres humanos les dan una lección a los dioses, porque para mí es una metáfora de cuando los hijos les dan una lección a sus padres. Así que investigo mucho y de ahí viene mi inspiración. En mi caso, cuando creo un héroe o un villano, la lección más importante que he aprendido es que hay que ser muy, muy específico desde el punto de vista cultural, pero el tema debe ser universal.
Por eso, en el caso de mis héroes, pienso en el lienzo en el que voy a plasmar su historia, y entonces ese héroe tiene que desear algo que yo quiero. Por eso, siempre trato de reflexionar sobre mi vida, ver lo que me ha pasado y seguir ese camino. Trato de aprovechar eso y, básicamente, divertirme y ampliarlo, ya sabes, exagerarlo y llevarlo al extremo. Pero siempre trato de partir de la verdad.