La ciudad del cine: París 1850–1907

La ciudad del cine explora la aparición del cine en París en un entorno de innovaciones sociales, políticas, culturales y tecnológicas. A pesar de su desarrollo contemporáneo en otros lugares de Europa y los Estados Unidos, el cine es hijo de la modernidad parisina del siglo XIX. Al reunir una amplia gama de expresiones artísticas y materiales visuales que contribuyeron a crear un público receptivo para el nuevo medio, esta exposición traza la evolución del cine desde un entretenimiento desechable hasta la mayor forma de arte del siglo XX. 

La vida moderna de París ya era cinematográfica antes de la llegada del cine. En las calles de la capital francesa, una población diversa de hombres y mujeres burgueses, comerciantes, obreros, inmigrantes y turistas disfrutaba de la ciudad como si fuera un espectáculo. Consumían atracciones visuales a cada paso: los amplios bulevares creaban amplias vistas, los escaparates de las tiendas mostraban los artículos más nuevos a la venta y los coloridos carteles se pegaban en edificios, vehículos, quioscos y pilares publicitarios. 

A finales de 1895, los hermanos Lumière presentaron por primera vez su cinématographe al público en un café de París. Inmediatamente, el cine fue defendido tanto por los artistas como por los científicos, y comenzó a aparecer en una gran variedad de escenarios: desde cafés-concerts y grandes comercios hasta ferias callejeras y ferias mundiales. Con la misma rapidez, los cineastas viajaron más allá de París para vender la nueva tecnología, registrar prácticas culturales distantes y cultivar audiencias internacionales. Al hacerlo, el cine reforzó y difundió un conjunto de presunciones sobre la autoridad cultural y política francesa en el resto del mundo. 

La exposición concluye en un espacio oscurecido que evoca las salles de cinéma, o salas de cine construidas expresamente para ese propósito, que surgieron hacia 1907 como resultado de la demanda del público y del crecimiento industrial y artístico del medio. La producción cinematográfica pronto se trasladaría de una bulliciosa capital europea a un punto poco poblado de la Costa Oeste de Estados Unidos, es decir, de París a Hollywood, donde se escribirían los siguientes capítulos de su historia de forma espectacular.