Migración y patrimonio

Los inmigrantes escandinavos y sus descendientes contribuyeron de múltiples maneras a la vida artística y cultural de sus comunidades de adopción. A partir de mediados del siglo XIX, daneses, finlandeses, islandeses, noruegos y suecos comenzaron a trasladarse a los Estados Unidos en número creciente, en busca de oportunidades económicas y de una vida mejor. Para la década de 1920, hasta 2.3 millones habían llegado a los Estados Unidos. Muchos eran artistas y artesanos altamente capacitados. Algunos conservaron cuidadosamente los motivos y las técnicas tradicionales, mientras que otros adaptaron estas tradiciones a los gustos estadounidenses.

Para algunos inmigrantes y sus descendientes, identificarse con la herencia nórdica significaba fabricar o coleccionar objetos tradicionalmente asociados con sus países de origen, como el rosemaling noruego (pintura artesanal) o los caballos suecos Dala. En otros casos, los diseñadores inventaron formas originales para su nueva nación. Como europeos protestantes blancos, los inmigrantes escandinavos evitaron en gran medida la discriminación sistémica a la que se enfrentaron otros grupos raciales y religiosos, pero sus aspiraciones a una vida mejor para ellos y sus hijos, y las valiosas contribuciones que hicieron a sus nuevas sociedades, son principios compartidos por todos los inmigrantes de este país.