La ofrenda era una práctica central de los rituales diarios y las ceremonias colectivas para los indígenas colombianos. La cerámica, la joyería, la piedra, la concha, la madera, el algodón, las esmeraldas, el maíz, el tabaco, la coca y la sangre eran elementales en el complejo de rituales relacionados tanto con las necesidades individuales como con las colectivas. 
  
Las figurillas de tumbaga (aleación de oro y cobre), llamadas tunjos, se fundían específicamente y se emparejaban con otros materiales según el propósito y el contexto de la ofrenda. Esto incluía el mensaje, el ser espiritual al que iba dirigida, la intención, el lugar elegido, el rito, el oferente y el oficiante. Se depositaban en lugares sagrados como lagunas, cuevas, campos agrícolas, cimas de montañas, templos y santuarios llamados cucas.