Estos treinta y tres tunjos forman parte de una ofrenda encontrada por la población del municipio de Suba, cerca de Bogotá. La vasija de cerámica que contenía las piezas se encontró destrozada. La variedad de colores, que van del amarillo al rojo, se debe a las diferentes proporciones de oro y cobre en la aleación utilizada para fabricar los tunjos. Representan a personas, animales y objetos (entre ellos un cesto, un lanzador de lanzas y una piel de jaguar), con un predominio de mujeres con bebés, bebés en cunas y hombres lujosamente vestidos con adornos y armas. 
  
Los diversos niveles de artesanía sugieren que las piezas no fueron realizadas por un solo orfebre, sino tal vez por un aprendiz que trabajaba junto a un maestro. Esto es inusual y revela un sentido de urgencia para completar la ofrenda, probablemente hecha por encargo para un cliente, propósito y fecha concretos. El mensaje que se fue transmitido a las fuerzas divinas con esta ofrenda de guerreros, mujeres, bebés, jaguares y aves sigue siendo un misterio.